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Nos detenemos en quien habla, quien pronuncia y escribe; nuestra obsesión por los autorespasa de soslayo el símbolo, la huella, la imagen, el texto, etc. Estas palabras prosiguen un largodiscurso que resuena en Barthes y Foucault, donde la muerte del autor y la indiferencia porese alguien que enuncia, constituyen una forma de enfrentarse a un texto. A pesar de ello, elpensamiento de Foucault ha tendido a escolarizarse (Morey, 2008), a dividirse en tresmomentos: El arqueológico, el genealógico y el de las prácticas de sí.